lunes, 30 de marzo de 2015

Ambulancia



El sonido de una sirena más allá de las persianas, el apartamento encharcado, una botella de whisky muerta hasta poco después de la etiqueta sobre la mesa del office. La pelirroja al lado de la ventana, calzones color agua, ojos en el esmalte mordisqueado de sus uñas. El ruido de la ambulancia todavía, yendo calle abajo mientras el enfermo desatendido. Enciendo un cigarro desde la cama viéndome la cara en el reflejo de la televisión curva, sabiendo perfectamente que al momento de encenderla,  la pelirroja va a dejar  la habitación, se va a despedir sin decir nada y va a ver el perfil de quien mira la T.V sin hacerle (puto) caso desde la separación temporal de la puerta, segundo y medio antes de cerrarla para siempre. Con la puerta cerrada volveré a apagar la televisión y probablemente, con el cigarro al borde del filtro,  la piense en pantalones jeans pidiendo el ascensor, después sobre la alfombra del lobby andando con la prisa de los que odian tener que abandonar. Antes de dejar el edificio, más allá de la puerta, trataré de verla mentalmente pisando la acera/pidiendo un taxi. No me arrastraré al balcón para verla desde arriba, ella tal vez no busque mi ventana.  El whisky empañará su vista hasta poco después de las siete.  Ninguno de los dos recordará la ambulancia.