Pienso en las mujeres lindas que murieron en
los trenes Renfe de cercanías de Madrid
Y en su pelo quemado por el fuego
Y sus vestidos cortos y sus muslos blancos moviéndose en el vagón.
Pienso en todas las cosas que pensaban antes de estallar para siempre.
En la música de sus auriculares y las cosas que llevaban en el bolso.
Los anuncios en la megafonía del tren y la gente poniendo sus cosas en
el compartimiento para equipaje.
Pienso que tal vez hubo un momento, justo antes de la explosión, en que
la belleza todavía era algo, estaba allí, y sus perfumes todavía olían
bien en sus cuellos delicados. Un momento en que todavía pensaron
en ese día, 11 de marzo, en las cosas que querían hacer y en las personas que amaban afuera, en el mundo.