martes, 16 de febrero de 2016

¿Qué paso con

Le di mi collar a una norcoreana con un solo pendiente que lloraba en las escaleras de khandavia. La acompañé hasta su casa tomándonos del brazo y escuchándola tratar de explicarme que las farolas no la dejaban ver nada. Tenía los ojos tan... tan...(¿cómo se dice?) ¿wet? Preguntó. Mojados, dije. Sí, eso, mojados -respondió.  Era un español repugnante el que hablaba, la pobre. Nos abrazamos en su portal manchando mi camisa de mocos, lágrimas y saliva norcoreana. Le subía la cara para verla y me volvía a decir que no veía nada con la luz tan alta y se pegaba más contra mi hombro. Tenía el pelo rojizo, era muy blanca y se llamaba suzy, o al menos así le decían en la academia de español a la que iba para no complicarle la vida a nadie con sonidos inpronunciables. Suzy me dijo que había perdido el pendiente hacía apenas un momento, así decía, "el pendiente" y que todo era una porquería y que vaya mierda de noche.
-¿Qué pasa con "el pendiente"?- le dije
-Mamá,- dijo. Y luego tiró un juego de palabras de "Mamá, cumpleaños, 18, korea, mu valioso, 30 años, abuela", que yo tenía que unir por ella (ponerle los nexos y formar oraciones intuitivas) para que ella dijera hummmjjjmm mjm en aprobación o aplaudiera suave con las dos manos en vertical cuando empezaba a dejar de llorar y sonreía con ojos llenos de lágrimas a los focos del techo y la cara sucia de haberse llevado las manos tantas veces a los ojos o a mi abrigo, cuando escondió la cara para llorar en coreano.