miércoles, 23 de mayo de 2018

Para recordar lo que está pasando hoy


Hoy Cobán Imperial quedó eliminado. Vi el segundo tiempo a través de la vitrina de Max, en una de esas televisiones que tienen exhibidas en la parte de enfrente, cuadriculada por la reja de seguridad. Al salir a la calle, después del partido, los carros de los aficionados que habían ido al estadio para animar a Cobán, se agrupaban derrotados en el semáforo de 1era Calle. Una mujer con la gorra oficial del equipo veía por la ventana de su carro con la vista perdida en los rótulos de telefonía y los cables de alta tensión, su cabeza apoyada en el cristal. No había sido una buena noche para ella. Seguro solo quería llegar a su casa para ver algo en la tele con su familia. Distraerse. Pensar avergonzada en lo que le dirían sus amigas luego de haberles presumido tanto que iría al estadio. Porque Cobán Imperial había caído contra Guastatoya jugando contra diez jugadores y nada funcionaba en este país. El fútbol no emociona. Ya casi nada lo hace.
Conocí las instalaciones de la universidad durante el día. Las recorrí todas. Descubrí que los módulos son compartidos con el liceo Javier. Estudiantes del colegio se mezclan con  universitarios. Podés verlo.  Las caras grasosas y el olor penetrante a sobacos de los adolescentes otra vez. Y es triste ver a niños y niñas uniformados, salir al recreo, sus rostros en las paletas de vidrio. Te hace pensar en lo que pensabas cuando eras igual que ellos: Daniel Castillo Pérez con uniforme y zapatos negros, un casillero en alguna parte, mío durante el año escolar, libros  alquilados que ponían ese nombre en una tarjeta: Daniel Castillo Pérez, y la seriedad que le dabas a todas esas cosas. Me hace pensar en niñas que quise con sus brackets y loncheras marca Igloo y los lapiceros de colores suaves que usaban y los corazones que pintaban sobre las "i"es. Era un día para recordar y extrañar. Eso era todo. 20 de mayo.
Alquilé una cabaña en una reserva natural a unos 7 kilómetros del centro de Cobán. Me preguntó el casero mil veces si estaba seguro de querer vivir ahí  ¿de verdad, pagar de una vez un mes? La carretera está lejos. El lugar es… ¿cómo le digo?... Muy solo. Le dije que no me importaba. Tiene chimenea y las noches son lentas y oscuras, realmente negras en medio de tantos árboles cerrados. Te despierta la lluvia, las ganas de fumar un cigarro en el corredor con las luces apagadas o seguir pensando, como todos los días, en lo poco conveniente que resulta querer a alguien. Seguirte queriendo a vos en esta hora.
Lo último que hice  esa noche fue entrar al cine a ver una película pésima. Y estuve a punto de llorar con la estética de la sala. Los interiores se repiten hasta el cansancio, pensaba todo el rato,  Cobán es un viaje en el tiempo, un viaje a un trozo de mi vida  y eso duele mucho. Las lámparas del cine, la decoración lateral, el rótulo de luz con letras rojas de "salida de emergencia", las butacas flacas y despotricadas, las películas dobladas al español. Eso estuvo en Ciudad de Guatemala hace tiempo. Lo mismo, yo lo vi con mis propios ojos. Lo conozco. Magic place de las Américas o los cines viejos de Pradera. Puta madre… 13 años antes, Dani, y ahora estás ahí.
El cine me hizo pensar en la vez que me despidieron en 4to primaria, con solo 10 años de edad, cuando me iba a vivir a España con mi familia y dejaba a la primera niña que quise con todo mi corazón. Ahora no sé nada de las personas que me despidieron esa vez, ni lo que hacen. No sé si todavía piensen en mí o recuerden también esa vez del cine, lo que dijeron, que  me iban a extrañar y que nunca cambiara y esas cosas. De todas formas es vergonzoso pensar en 14 años atrás.
La cosa es que una señora gorda entró sola a la última función de Deadpool 2, y eso es todo lo que quiero contar. Nos vimos a un lado y otro de la sala con la misma curiosidad, yo también estaba solo en la parte de atrás. No nos reímos ni una sola vez en toda la película de los chistes doblados al español. Era ese humor yankee terrible y la nostalgia, que ella seguramente también experimentaba al estar sola, el lugar donde todos los guatemaltecos dimos nuestros primeros besos, nos hacía pensar mucho más allá de la pantalla. La tristeza de la sala, de asomarse a una maqueta de mi propia vida. Intentamos ver la película con mucha atención, sin esperar realmente nada, poniendo mucha atención a los diálogos. Tal vez queriendo que no terminara nunca, porque afuera no había demasiado ya para nosotros. 
Al salir el centro comercial estaba cerrado. Todas las luces apagadas. Las tiendas clausuradas por el día, los restaurantes protegidos con rejas. Caminamos el estacionamiento desierto sin ninguna prisa, la gorda delante mío. De alguna forma, juntos. Habíamos parqueado lejos y entonces, en un momento, nos dejamos de forma suave, sin darnos cuenta. Sin saber qué haríamos después.  
Me subí al carro y antes de arrancar, la vi marcharse lento, conduciendo despacio al llegar a la plumilla de la garita. Iba en un pickup beige, un Chevrolet S10 de cabina sencilla. En el semáforo de Carchá cruzó hacia la izquierda, donde la perdí finalmente de vista. Pensé: esto es Cobán y los días que vienen, lo que va a ocurrirme en medio de las cosas que aún sigo recordando. La gente aquí también, Dani, se aburre de estar viva.






No hay comentarios:

Publicar un comentario