sábado, 2 de marzo de 2019

Un dije de pulsera con una inscripicón de "princess"


Cumplís 21 en febrero y tal vez no te acuerdes pero yo adiviné el mes de tu cumpleaños viéndote a los ojos en el Colina Country Club, esa tarde que nos sentamos juntos en una conferencia malísima de derecho tributario, cuando todavía tenías novio y yo seguía tus movimientos delicados con admiración y distancia en los pasillos de la universidad, como si no quisiera espantar un hermoso grupo de venados. Porque así te miraba, M, la belleza delicada y asustadiza (,siempre a punto de la huida), de lo más lindo..
 

Pienso: Tal vez dentro de muy poco te apuntes por fin a viajar conmigo. El lago, río negro, Bulej. A cambio, es verdad, solo puedo enseñarte malos hábitos,  el deseo desesperado de vivir que aparece después de 7 cervezas y la inmensidad de un país enano, que es este, cuando se le mira en horas altas de la noche, las que tú siempre has estado dormida.

Te voy a llevar, se me ocurre ahora, a Santiago y a Nentón, a  Lachuá, a Chajul, a Rabinal, a Pachalum, a  Asuncion Mita. Tal vez nadar en el lago de Güija, M, toda la tarde y acampar haciendo un fuego enorme para cocinar algo de pescado en esa ribera desolada donde tengo historias  para contarte; cosas que me han hecho llorar. 

Voy a  llevarte a Nebaj y vamos a pagar una habitación sencilla en el Hotel Gran Shalom II, donde podamos subir una botella de xl con hielo y platicar toda la noche, poner el disco de sadnecessary, que es donde he encontrado mis mejores años y el mejor de todos los yoes, danis, danieles, (a veces se me olvida si me dices dani o Daniel, pero creo que es dani). Poder enseñarte el placer de una fogata en la oscuridad  espesa del campo, la noche más oscura que hayas visto en toda tu vida, M, sin las luces de las poblaciones apretadas en las que siempre has vivido, ni los autos roncando invasivamente en las avenidas, apestando el follaje verde  de los árboles y el pelo de las secretarias con el humo negro del diesel. Sentir la oportunidad gloriosa de hablar recio porque seamos los únicos que estemos allí, perdidos en medio de un campo vivo, fulgurante e  interminable, borrachos frente a una secuencia ridícula de árboles maderables, chozas abandonadas  y delgados extravíos de barro.

Porque eso es lo que quiero contigo, M,, y lo que vamos a hacer: que probés la cerveza y la libertad en cantidades iguales. Dejar de pensar que a tus 21 no hayas tenido nunca ninguna de las dos cosas (al menos no en sus necesarios excesos). Quiero que me aproveches, a mí y al tiempo. Porque nunca nada vuelve cuando queremos volver a emocionarnos genuinamente por algo. Cuando nos volvemos espectadores del pasado y de versiones más vivas de nosotros mismos, de las que de pronto ya no somos los dueños: ahí es que hemos perdido. Por eso aprovechemos la vigencia de las cosas que todavía pensamos el uno del otro (hoy), y de todo lo que nos gustaría hacer juntos. Ya sabes que hablo de la fuerza que todavía no estallamos.






 

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