Me dijo:
Acá entrás al supermercado local y cuando estás en la caja, en ese lapso nimio en
que la cajera pasa las cosas por el
escáner, te da el total, toma el dinero y después te alcanza el cambio al otro
lado del mostrador, apurás palabras concentradas. Vas, digamos, directamente al cumplido, al "me gusta tu pelo, tu naríz, tus
ojos", cualquier cosa. Ya cuando guardás la compra en
una bolsa plástica y el cliente detrás tuyo lo ve todo con asco, entonces
preguntás a la chica"¿a qué hora sales de trabajar?" Y, naturalmente,
tras la respuesta viene la inquietud implacable de la cajera que ya no
espera un día normal, y que tal vez te aguarde afuera cuando todas sus compañeras hayan
dejado el supermercado.
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