jueves, 26 de enero de 2023

Aoi, la gata panza arriba





“No vale la pena vivir por lo que no vale la pena morir”.


Elisabeth Eliot




2 sojus en el 7-eleven para llevar e ir bebiendo en las calles frías de Shinjuku. Los ojos rasgados de Aoi mirándolo todo: las luces de Tokio. Los carteles gigantes, las letras luminosas, las salas de juego 24 horas, las máquinas expendedoras, los pachinkos! Luego, en las esquinas y en el mundo subterráneo del metro, la besaba, ¡cuánto la besaba! Besos con sabor a guaro en todas las calles del centro y en el sótano de don Quijote. Su lengua picada de alcohol, y era como un beso en una fiesta de 15 años, hace muchísimo tiempo, hace muchísima gente, otro país, tal vez otro Daniel, solo otras personas al frente, y SEGUÍA SIENDO MI TURNO ¡¿En qué momento se iba a acabar mi turno?!! -pensaba- La vida ocurriéndome a chorros. Esta noche, por ejemplo, Aoi con su carita roja por el guaro y la respiración hirviendo de una adolescente borracha que examina desde muy cerca las pupilas. Bastaba un botellín de soju para que los ojos se le derritieran bajo las luces suaves de los comercios.

-"Daniel" -decía ensayando el sonido de mi nombre en sus oídos. -Daniel, decía a media voz, y me sonreía de muy cerca. -Da-niel. -Me tomaba del brazo con las dos manos para olerme como un gato.

-What is it, Aoi? You like my name?

-Daniel. Easy name to remember - decía.

No sabía que el mundo era tan grande hasta que estuve casi dos meses en Asia y descubrí que las madrugadas son demasiado largas como para intentar conocerlas todas, ni siquiera andando como un loco por la noche. Ahora me sentía un idiota por no haber llegado antes a Tokio (10 años antes, por lo menos), para que alguien como Aoi me ocurriera en una noche como esa y me mirara mil veces como solo ella me estaba viendo; para escucharla decir palabras tan grandes como mi nombre. 

-Of course that’s an easy name to remember, Aoi! -le dije- Por supuesto que es fácil recordarlo Aoi!  Existe en todas partes del mundo ¿ya te diste cuenta?  Esta noche hay alguien que se llama Daniel en Cambodia y en Saigon y en Manila. Alguien como yo, Aoi lindísima!, alguien dispuesto a volverse loco por ti.

Para gustarle había que tratarla como a una niña pequeña. Saltar de las banquetas y hacerme el chistoso. Gritar Aoi mi amooooooooooooor!!! Y ella se ahogaba de la risa y aplaudía y se metía en mi abrigo. Un mochilero me dijo una vez en Lisboa que para enamorar a una japonesa había que hablarle estupideces de Godzilla y Pokemon. Ahora estaba seguro de que podía ser verdad.

-Oh you funny Daniel. You funny! -decía, y la cara se se le ponía roja.


Después de un rato, frente a muchas personas silenciosas de la ciudad -japoneses que hacen vidas circulares en las calles alumbradas de Tokio y en el metro nocturno de Yoyogi-, le daba vergüenza que gritara y hablara tan recio y esas cosas del castellano más ruidoso que hsy. Me tenía que regañar y tapar la boca porque me ponía a decir como un loco frente a todos: 

-Ohhhhhh Tokyo my love!!! Oh tokyo my love! - Oh, Aoi my love!!! I just want you right now, you know that? I love your face frantically. Tell you what: I’’m gonna marry you tonight, anywhere, right here! who cares! -y me subía en una banca- ¡Aoi, soy la persona más libre y recia de todo el mundo esta noche y no te has dado cuenta y no me importa nada y te amo!

-Hahahah you crazy, you funny!  -Luego, poniéndose un poco más seria me tomaba del cuello en un callejón: -You really want to marry?

En Kabukichō nos detuvimos frente a un edificio gigante, muy alto y muy delgado, como una aguja envenenada de ventanas amarillas y grises en el lado oeste del distrito, un Love Hotel donde parecía que siempre había gente de otra época asomada en puntillas para espiar la vida de los demás. La entrada era un laberinto de cristales ahumados, biombos de papel, espejos, escaleras y pasamanos brillantes de metal. Es lo que tiene Tokio: todo parece mentira.

Nos quedamos un rato embelesados mirando la fachada, intentando contar los pisos de aquel hotel larguísimo y puntiagudo del que no parecía salir o entrar nadie, pero pronto nos perdimos en la cuenta de los niveles, y cuando las ventanas ya se miraban demasiado pequeñas para poderlas contar, la tomé de la mano y me le quedé mirando fijo hasta que ella también volteó y me vio mirándola.

-What? -dijo con su inglés infantil.

-You wanna go inside? -le dije sin prisa, sonriéndole como un hombre bueno, sonriéndole como un niño de diez años que todavía aparece a veces, cuando me miro en los espejos limpios de Miami y Retalhuleu - y los dos estallamos de la risa.

-ooooohhhh You a playboy Daniel!!! -y me empujaba. -You a playboyl!!!-

Adentro, en lugar de mostrador de recepción había un cartel gigante con fotos de habitaciones imposibles, muy extrañas y muy extravagantes, equipadas con cosas innecesarias y lujosas, un intercomunicador de metal y una máquina de pago con instrucciones en japonés. Debajo de las fotos solo aparecía un precio en yenes por noche, lo que describía a secas como “one night” y luego, más abajo, también traducido al inglés, una segunda opción, que la describía solo como “rest”, que era una estancia de tres horas. 

Escogí un cuarto después de examinar minuciosamente todo el catálogo de habitaciones, el mejor de todos,  uno bueno con sauna, jacuzzi, sillones de cuero blanco, tres duchas y una cama redonda. A Aoi no le pareció mal cuando le propuse ese señalándolo con el dedo, entrar y ver lo que pasaba con nosotros dentro. Me metió las manos en los bolsillos del abrigo, me miró de nuevo a los ojos. -Ooh you playboy Daniel -dijo de nuevo-. You funny but you playboy sometimes. You crazy. I will follow you anywhere.-

Pagamos directo en la máquina con intercomunicador de metal y subimos por un ascensor oscuro al décimo nivel. De pronto allí estábamos, entrando en la habitación: Aoi regañándome como una niña pequeña porque había entrado con los zapatos puestos al cuarto.

-Daniel!!!! You in japan! No shoes inside! you leave them at the door!

-Oh sorry Aoi, i am sorry, ok? -le dije, y le besaba sus ojos japoneses. I am sorry -le decia-. You forgive me, Aoi?? Pleaseeeee? You Forgive me?- Hacía como si le rogaba, me ponía de rodillas  y le besaba las manos.

-Stop. Shut up. No funny.

Entonces la besaba más, por todas partes hasta que se echaba a reír. Me levantaba tomándome de las mejillas. Me examinaba la cara como si me hubiera lastimado. Se quedaba viéndome un ojo y después el otro bajo la luz amarilla del cuarto con movimientos rápidos y bruscos de japonesa, examinándome un poco. Me sacaba la lengua como una niña para decirme que estaba molesta conmigo.

-Can I get you something to drink, Aoi? What do you want? -le dije deslizándome hasta el minibar del recibidor y saqué una cerveza larguísima de una bolsa del 7 eleven, una Kirin Ichiban Lager, mi favorita, de las que habíamos comprado para el camino. Aoi quiso que compartieramos solo mi lata porque -dijo- no habría podido acabar la suya, se habría mareado mucho - me explicó -I get all dizzy, Daniel, feel sick.

-Japonesa gets all drunk, all buzzed?

-yes! Japonesa get drunk.

Aoi se fue directamente hacia la tele. Prendió la pantalla plana gigante que había junto a la cama y la dejó puesta en un canal local aleatorio, en el que había entrevistas y un concurso que no lograba entender, solo escuchaba el murmullo precioso del japonés a lo lejos y las risas del público que aplaudía de vez en cuando para animar a los concursantes. Apagué la luz para que solo pudiéramos vernos alumbrados por los reflejos suaves del programa.

-¿De dónde eres, Aoi? Havent asked you yet - le dije dejándome caer en el sillón grueso de cuero a los pies de la cama. La Kirin Lager estaba todavía fría y llena de espuma, podía sentirla bajar por la garganta. -Come hereeee Aoiii!!! lie down with me coooome on! -le dije- Y Aoi venía suavemente hacia mí, en calcetas amarillas de dibujitos.

-come here Aoiiiiiiiii!!!!

Nos habíamos conocido apenas dos horas antes, en el lobby del hotel donde nos estábamos quedando, al sur de Shinjuku, y todavía no le había preguntado de qué ciudad era. Cuando la vi por primera vez, estaba aburrida mirando su celular en una mesa del bar del hotel, justo a la hora del happy hour,  así que le compré una cerveza para sentarme con ella un rato. Primero la asusté y después le encantó que me hubiese atrevido a sentarme en su mesa para preguntarle su nombre y poderle decir el mío: Daniel,  Daniel en español, ofreciéndole de entrada la cerveza que ya había comprado para ella.  

Después de charlar un buen rato y de reírnos de otros huéspedes que había en el hotel, pagué otras tres cervezas más, unas lager congeladas de máquina que servían en la barra, la mejor cerveza que he probado en toda mi vida, y ocupamos otra mesa, una más pequeña y acogedora junto a la ventana para poder mirar bien a los peatones, mirar el pelo negro de Aoi, sus patillas afiladas de japonesa, su piel transparente, sus manos pequeñas sobre la tabla.

Cuando empezó a hacerse de noche en el bar, me preguntó que si ya conocía Shinjuku y le mentí diciéndole que aún no conocía Shinjuku, que apenas había llegado dos días antes y que había estado en un hotel tranquilo de Shibuya. Eso la emocionó muchísimo y me dijo que podía enseñarme el distrito entero esa misma noche, si eso es lo que yo quería, que sería la mejor guía del mundo. Shinjuku era su parte favorita de Tokio, me lo juraba por su madre, y también era la mía , solo que no le dije nada de eso para dejarla enseñarme algo nuevo. Tomamos un abrigo y salimos juntos hacia el lado norte, atravesando pasos de cebra en rojo con un soju en la mano y Aoi corriendo como en una aventura. La transgresión de normas pequeñas y beber en la calle le daba mucho placer. A mí, de pequeño, me gustaba decirle "libertad".

-I am Japanese, I already told you -dijo sin decir una ciudad en concreto, dejándose caer en el sillón de cuero conmigo, todavía investigando la habitación extraña que rentamos en Kabukichō con sus ojos rasgados. Tenía ese inglés infantil y pequeño que me encantaba. Sabía pocas palabras que se le oían chistosas y metía el japonés para rellenar las frases que olvidaba, como esperando que yo pudiera entenderlo. A veces solo se quedaba mirándome a los ojos cuando no sabía una expresión y me la decía igual en japonés. Otras veces sacaba su celular para usar el traductor de google y las traducciones que me enseñaba eran ridículamente chistosas.  Nos cambiábamos de mano el teléfono para ver y escribir. No entendíamos bien, pero eso era mejor. -Ni una palabra, Aoi mi amor. No hablo ni una palabra en japonés. 

-So you are from Japan -le dije hablándole a través del pelo- no city for you, right Aoi? Aoi from all over the country, is that it?

Me miró confundida y se alejó un poco para poder verme  la cara cuando hablaba.

-"Japonesa". -le dije señalándola-. -Thats how we call you guys in Spanish: japoneses.

-¡Japonesa! - dijo rápidamente, como si esa fuera una palabra japonesa.

-Me japonesa?

-Yeah. You Japonesa.

-¡Japonesa! I love iiii. -dijo aplaudiendo un poco, sonrojándose en las mejillas antes de que la tomara del cuello para besarla.

Tenía muchas preguntas que hacerle (por qué pareces una niña, por qué aplaudes, por qué las japonesas son tan ingenuas, tan femeninas, tan lindas, ¿por qué hueles tan suavecito a mujer, pero al mismo tiempo no hueles a nada? / ¿Por qué tengo que tratarte como a una niña pequeña para que tus ojos se fijen en mí? 

Pero no le pregunté nada de eso.

-¿Qué hace una japonesa en un hotel de Tokio?- Le dije, Aoi acostada sobre mí en el sillón, apoyándome la barbilla en el pecho como un gato adormilado. Respiraba hondo y su cabeza se elevaba con mis pulmones.

-I am on 5 day vacation -dijo. -Love to come to Tokio every time I have vacation. Shopping. Sightseeing. Restaurants. Ma favorite city.-.

Le pregunté cómo estaba pasando sus vacaciones en Tokio hasta ese momento y tecleó mirando hacia arriba en su traductor de Google la respuesta, algo que luego me enseñó y que en español, traducido, se leía: “Me siento como una gata panza arriba”.

-¡¡¿Una gata panza arriba, Aoi?!!! le grité, y nunca me había reído tanto. -¡Aoi, eres mi gata panza arriba!!!!????

Aoi se enojó. Se quedó mirando seria cómo me reía. Los japoneses nunca se ríen así de recio, pensé, y Aoi ni siquiera entendía. Me sacó la lengua. Le encantaba hacerse la enojada conmigo.

-Come oooooon Aoiiiiiiii you are not a serious person, you love to laugh, just like me! you can't be serious right now! specially when you are on vacation!!!  -You feel like a belly-up cat? that's how you feel right now, Aoi??!!! ¿Así es como te sientes?!

Entrecerró los ojos haciéndose la seria de nuevo.

-No funny -dijo, y escondió su cara en mi pecho.

Pasé mis dedos entre su pelo negro, rastrillándolo, y cada vez que pasaba la mano salía de su cabeza un olor delicioso a fresas. Le di muchos besos en el pelo. Parecía que podría quedarse así durante horas, dejándose mimar la cabeza mientras le hablaba.

-And you? - Me preguntó bajito, hablando adentro de mi camisa, examinando mi cadena sin dije. -Where you from?

Qué buena pregunta -pensé entonces-. Después de todo no esperaba que me la hiciera a mí de vuelta, cuando nos conocimos en el hotel ella había dado por hecho que era español. Pero ¿de dónde eras, Dani? ¿De dónde eras?

-Where am I from, Aoi?- le dije ganando tiempo- Where am from??????????? 

-Mjm- dijo- y restregaba su cara en mi cuello como un gato, dejándome pequeños rastros de saliva en la piel mientras la tele sonaba de fondo.

Respiré otra vez levantando a Aoi con mis pulmones y me puse a ver el techo brillante de la habitación, que estaba cubierto de espejos dorados y dragones hechos con yeso, pensando realmente de dónde era. Cada vez que salgo y me siento feliz me doy cuenta de la poca simpatía que tengo por Guatemala. Cuando me siento como un niño pequeño otra vez, cuando me emociono de nuevo y soy alguien libre de verdad: un tigre, Guatemala no me importa nada. Guatemala no estuvo nunca en mis mejores momentos. Fui yo el que hizo los lugares que amó.

-Me I dont know Aoi . I have no country, you know?- le dije. No country for me, Aoi linda. Daniel was born without a country. 

Aoi me miró sonriendo, enredando su dedo en mi cadena sin dije. -You handsome when you speak. -dijo-. -Your voice is loud. Spanish is violent and sweet and crazy at the same time. You are just like spanish: violent and sweet and crazy at the same time.


Me levanté por otra cerveza y prendimos el jacuzzi graduando bien la temperatura del agua para que sacara humo pero no nos quemara la piel. Era un jacuzzi grande de doble nivel, el excedente del agua caía suavemente, como en una cascada, sobre una reposadera y se iba haciendo el ruido del mar.

Aoi se desnudó frente a mí sin ninguna vergüenza y se metió en el jacuzzi. Desde el recibidor la vi andar hasta el baño balanceando las nalgas y posar en el marco de la puerta, volteándome a ver como una gata desnuda que me miraba de espaldas. Una maldita modelo japonesa -pensé-. “You are my japanese model??!! -le dije recio, silbando como indígena, hasta que se puso roja- Is that you, Aoi?! My private Japanese model!!?? -le decía-”. Y Aoi decía roja que sí, MJM. Era mi modelo japonesa privada. 

 Con toda la ropa de invierno que tenía encima no me había dado cuenta del cuerpo hermoso que tenía. Unas curvas sinuosas y un matocho de pelos entre las piernas que me provocaba un morbo extraño del Asia. Sus nalgas eran perfectamente pronunciadas y paradas y redondas y sus pechos se erguían como dumplings empinados al cielo. 

Vi cómo se metía delicadamente en el agua. Primero un pie, después el otro, como una garza japonesa.

-You told me you are from 97, right? -le dije tragando saliva, intentando no parecer impresionado con ella-  So tonight you are 25... -dije por fin incorporándome al frente-. I like 25, you know? My favorite age. Women at 25 are the most beautiful women you'll ever find. They stilll look like teens but they dress and smell like grown up women. It's the exact point between youth and maturity. Es donde una niña se encuentra con lo que será para siempre de adulta.

Aoi se puso de rodillas en el Jacuzzi, y a través del agua podía ver sus caderas anchas descansando sobre los talones. Empezó a dar saltitos y el agua se agitaba junto con sus pechos mojados. Sus pezones pequeños entrando y saliendo del agua. Volví a tragar saliva.

-You not coming in? -dijo poniendo cara de triste, apoyando la barbilla en el borde plástico del jacuzzi mientras flotaba con las piernas en posición de rana y yo miraba sus nalgas dibujándose atrás.

-Of course am coming in - le dije quitándome torpemente los pantalones.

Me metí en el agua caliente 30 segundos después y Aoi me rodeó con sus piernas nomás entrar, haciendo un gemido extraño y muy agudo al sentirme entre sus muslos. Su cara estaba más cerca que nunca, como si nuestros ojos fuesen a tocarse. Me besó metiendo toda la lengua en mi boca. Su aliento alcoholizado al separarse y respirar en mi cara me estaba volviendo loco.

Fue en el jacuzzi de Kabukichō que me atormentó la idea, como a un niño celoso,  de que otro occidental hubiese podido estar así antes con ella, algo que habría detestado de verdad. Quería tanto ese momento, que ese segundo fuera solo mío en su cabeza, que odiaba tener que pensar en alguien más mirándola así como yo la estaba viendo a ella. Solo podía estar yo en una situación parecida a esa -pensaba- para que fuera importante. Solo yo en un Jacuzzi extraño de Kabukichō mirando a esa japonesa desnuda desde tan cerca. Solo un occidental como yo para una oriental como ella para que todo fuera importante.

-¿Has estado con un western? -le pregunté entonces, y fue la única pregunta seria que le hice en toda la noche. Me di cuenta de que un "sí" me habría devastado.

-Western? -respondió-. No. You first western. -dijo, y le creí. Especialmente porque no estaba afeitada (las gaijin hunters siempre están rasuradas) y porque cuando hablaba, la verdad se le salía por los ojos, podía verla como en una ventana.

- I had a boyfriend last year. -me explicó-. Japanese engineer. No good. 2 year relationship. Very bad man. Only person I had sex with in all my life. I sometimes regret it. 

-¿La única persona, Aoi? -le dije-  ¿solo has estado con un ingeniero en toda tu vida?

Aoi me dijo que sí con la cabeza. Solo había estado desnuda con un ingeniero.

-He oído decir que los matrimonios de las mujeres que han tenido intimidad con más de cinco hombres siempre fracasan -dijo en un inglés entrecortado-. Es algo de la mente y del corazón que se pierde para siempre -(creí entender que decía)-. Quiero casarme, por eso no quiero hacer el amor con más de tres personas, para que mi matrimonio y mi vida funcionen, para que mi familia en el futuro me ame de verdad. Para que yo pueda amarlos de verdad a ellos. Quiero salvar mi corazón.

La besé suavemente en los labios, la tomé largamente entre las piernas, los dos con los ojos bien abiertos para ver lo diferentes que éramos mientras le arrebataba un trozo de intimidad y ella gemía empañándome las pupilas. -I love you Aoi.-le dije. I love you. -y la peiné y la apreté contra mí hasta que volvió a gemir, esta vez respirando agitada con sus muslos temblando, enredando sus dedos en mi pelo y el agua revuelta del jacuzzi se salía por los bordes.

-I love you more Daniel-dijo en medio de un suspiro, y en sus ojos parecía que iba a llorar.


La tele seguía encendida en el cuarto cuando salimos del Jacuzzi después de un buen rato, y de darme una buena ducha con Aoi sentada en mis piernas. Las cortinas blancas de la habitación estaban aún salpicadas por la luz de la pantalla. El programa anterior había terminado y ahora pasaban uno de viajes locales. Aoi salió corriendo en toalla para pegar sus ojos chinos a la tele y subir el volumen. ¡Eeeeee! ¡Eeeeee! Empezó a decir como una cabra. Hey!! ¡Esa es mi ciudad! dijo- y daba saltitos y aplaudía. Me acosté en la cama para verla desde allí.

"Ma City: Saga, Saga! Ma city!" -decía y se emocionaba como si fuera la primera vez que veía su ciudad en la tele. Dejó la toalla tirada, se lanzó a la cama conmigo y me giró la cabeza para asegurarse que yo también estuviera mirando.

-What is it, Aoi?? what is it?

-Look!! My town, my town!

Eran imágenes de un campo amarillo donde entrevistaban a una persona local y luego había una transición suave a la estación de tren del centro, donde una presentadora japonesa pintada de rubio respondía a unas preguntas que le hacían y se reía tapándose la boca. Era un concurso de preguntas a personas locales. Imposible saber qué era, pero el plano de la estación de tren con las familias caminando detrás era precioso.

-It`s a beautiful place- le dije diciendo la verdad, su pelo liso tapándome un poco la pantalla.

-Yeh, beautifu place, -dijo sin quitar los ojos de la tele- beautifu city, -y miraba con la boca abierta. -You must go and visit me!! My brother Akiro will love you!!! -.

-Sabes algo, Aoi? -le dije entonces sabiendo que no me estaba poniendo atención, cuando la veía absorbida por las imágenes de su propia ciudad y apretaba el control remoto de la tele contra sus pechos desnudos y daba saltitos de alegría. 

-Hace muchísimo tiempo, hace más de diez años que no tenía ganas de quedarme a vivir en otro lugar, pero esta noche amo Tokio con todo mi corazón y amo estar vivo y amo esto que estamos viviendo. Es una de esas noches en que puedo decidir una locura. Asia y tú son una locura. Dentro de poco vendré, ya no por ti, sino por Asia. Volveré para quedarme.

Aoi seguía dando brincos en la cama. Ahora pasaban varias imágenes de la plaza central, una laguna llena de  patos y un bloque triste de apartamentos color mantequilla. Seguía absorbida por la pantalla.

-Aoi escucháme: , te amo -le dije-. Amo Tokio Y te amo esta noche. Te amo mucho Aoi. Puedo decirlo y todo, no me importa. Te amo, Aoi. Te amo!!

Cuando el programa terminó y volvimos a besarnos y a acostarnos juntos un buen rato en la cama, y cuando al fin terminamos, se quedó dormida conmigo como una bebé japonesa cansada. Solo faltaba que se chupara el dedo pulgar, pensé, y empezó a tener sueños suavecitos que la hacían balbucear y patear un poco la sábana, como una akita dormida en mitad de cien pesadillas. Los asiáticos duermen en cualquier parte,  pensé después de pocos días en Japón, tienen sueño ligero. Aoi se había quedado dormida con la tele prendida, desnuda, agotada, mojada y doblada a la mitad como una escalera.

Cuando por fin empecé yo también a quedarme dormido oyendo el murmullo embriagador de la tele, abrí un poco los ojos y me encontré con la cara de Aoi encima mío, sus ojos espiándome de cerca.

-¿Qué pasa, Aoi? -le dije incorporándome en la cama-. ¿Estás bien?

-He soñado con Roppongi hills -me dijo todavía con ese aliento adolescente a licor que tenía. Su respiración hervía y su pelo negro caía en mi cuello. No había pasado ni 30 minutos desde que se quedó profundamente dormida y ahora parecía preocupada.

-You know Roponggi hills? -le pregunté.

-Yeah yeah rappongi hills, I love Ropponggi hills -dijo. -But not what I was dreaming of. Daniel I dreamt about you getting lost in the middle of all those people in Roppongi. I was scared and crying, trying to find you outside a building among million people. Like a lost little girl looking for his dad in the crowd. I hate dreams -dijo-. -I hate you getting lost in Ropponggi, Daniel. Not dreaming is better. No Ropponggi is better. No crowd is better-.

No dije nada, solo le acaricié el pelo y le besé las mejillas calientes.

-and you? -dijo con una voz pequeña y llena de miedo, sujetándome desde el cuello cuando me quedé callado.     -You like Ropponggi?

Le di un beso larguísimo en su pelo sudado, que todavía olía a fresas y a una mujer cansada de 25 años.

-I like drinking coffee up the hills, -le dije.- Watching down the hills, you know? I dont like people but I love their problems and their dreams and chasing them in busy days like this. I like to watch them from the distance. Silhouettes of troubled people.

Aoi se aferró a mi brazo sin entender y pegó su rostro para llenarlo de besos y mimos. Después de un rato sentí sus lágrimas bajando por mis costillas, hasta mojar un poco la sábana. Aoi, dormida, había podido ver nuestro final.

-Aoi linda, -le dije moviéndola un poco para que no se quedara dormida-, ¿nos vamos ya? -

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Caminamos todo Shinjuku del brazo y la dejé de vuelta en el Lobby de nuestro hotel, justo donde unas horas antes nos habíamos conocido. El bar ya estaba cerrado y Aoi se paró frente a mí, muy cerca, para anticipar con pánico, la despedida. Allí estaban de nuevo sus ojitos japoneses esperando algo más. Lo único que siempre queda: palabras.

-Da-niel, You love me? -preguntó.

-Of course I love you, Aoi. Of course I love you.

-You sure? you love me?

-Of course am sure. Hundred percent. I was going to marry you, remember?

Aoi intentó decir algo más, quizás algo que no sabía decir en inglés, tal vez algo que la habría hecho llorar, así que apenas abrió la boca para intentarlo y permanecer en silencio.  

Le di un beso sordo en la frente y en su boca cerrada y en el cuello, que le dio muchas cosquillas. Cosquillas que ya no le daban risa.

-Ok, Aoi. I have to go now - le dije y la abracé tan fuerte que se metió en mi abrigo. Me alejé dos pasos hacia la calle y le dije adiós con la mano.

Cuando iba de vuelta hacia la puerta de vidrio para salir del hotel, Aoii me alcanzó sujetándome la manga de la chaqueta. De nuevo su voz desde atrás:

-Daniel where are you going?! -dijo mirándome extrañada, alegándome, y esta vez en sus ojos había una tristeza suplicante muy parecida a la de una madre. 

-Its one o'clock in the morning!! -dijo.- You not sleeping here???! Where are you going?! What’s your room number?!

Nunca me habían gustado las japonesas pero esa noche había amado a una -pensé parado frente a ella, - la chinita que ahora tenía tan cerca y que me miraba triste y cansada y que -lo sabía perfectamente bien- no volvería a ver en la vida. 

No quise decirle mi número de cuarto.

-Roppongi Hills  -contesté, saliendo del edificio, sonriéndole, dejándola ya del otro lado del vidrio.  

-Ready to hide from you in the crowd.







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