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-Sí, de hecho sí, escribo regularmente.
-Sí, de hecho sí, escribo regularmente.
Los dos
charlaban en el pasillo. Les quedaba poco más de medio cigarro para seguir
hablando. En la oscuridad se veían la cara sólo al chupar de la colilla.
-No pregunté
cómo te llamabas.
-Sofía, Sofía.
¿Y tú?
-Daniel.
Versión masculina. Vi que acá también usan el “Danielle”, por eso la
aclaración.
Los dos
rieron. Luego callaron un rato.
-Gracias por
el cigarro, Daniel. Tengo una lectura a medias que resumir para mañana, más vale que...
-Nunca se
niega. Y sí, más vale que empecés con eso.
Sonrió. Se
quedó un rato, luego se alejó diciendo adiós con la mano, la colilla entre los
dedos. Antes de cruzar en su pasillo volteó sonriente a donde él estaba, que trataba
de adivinarla en la penumbra. Luego, con voz trémula, añadió “Me
gustaría leer algo tuyo, Dani. Si es que puedo llamarte así ”.
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