domingo, 3 de agosto de 2014

Rebelión en la granja / Animal Farm. George Orwell

El Mundo, UNIDAD EDITORIAL, SA
Madrid (1999)
ISBN: 84-8130-165-5
127 pp.
Traducción de Rafael Abella

"De algún modo parecía como si la granja
 se hubiera enriquecido sin enriquecer a
 los animales mismos;..." 
p. 117



Granja Manor es el nombre de la propiedad donde transcurre la historia. Su propietario es un inglés alcohólico contra el que los animales, unidos en una misma idea de libertad e igualdad, arremeten/se sublevan sacándolo de su propia granja. Se impone una bandera, un himno: Bestias de Inglaterra y la granja pasa a llamarse "Granja Animal".


diría, por ejemplo, que
 "Dios le había dado una cola para espantar las moscas,
 pero que él hubiera preferido no tener cola ni moscas" 
(acerca de Benjamín, el Burro)
p. 26

En los primeros días sin el señor Jones al mando, los animales experimentan la delicia de una colectividad funcional, alternando los trabajos de la granja y repartiendo equitativamente las raciones de alimento. Los animales dejan de trabajar para un granjero que se beneficiaba de ellos y en cambio, empiezan a beneficiarse directamente de su trabajo. Los cerdos, que son los "letrados" del lugar, establecen una serie de mandamientos  que escriben inmediatamente en la pared del establo y esclarecen el objetivo general de buscar el bien colectivo, así como de defenderse mutuamente del hombre y sus malas costumbres. "¡Cuatro patas sí, dos pies no! ¡Cuatro patas sí, dos pies no! ¡Cuatro patas sí, dos pies no!", decían las ovejas. 

Natural, digamos progresivamente,  comienzan a surgir rivalidades dentro del grupo de animales. Por razones de inteligencia, los cerdos (animales sumamente capaces) llevan la voz del grupo. Al momento en que Snowball, (el cerdo líder, heroicamente herido en la Batalla del establo de las Vacas), propone la construcción de un molino de viento para alivianar las tareas en la granja con la ayuda de energía eléctrica, se encuentra con la oposición silenciosa de Napoleón (el segundo cerdo al mando, con menor capacidad de discurso). Al momento de presentar el plano del molino para someterlo a votación, largamente estudiado y trazado por Snowball, Napoleón se opone abiertamente y además dirige una jauría de perros, anteriormente adiestrados por él, que persiguen a Snowball hasta sacarlo de la propiedad (a punto de cazarlo y destrozarlo con sus afilados dientes). A pesar de que antes se había opuesto (el nuevo líder) a la construcción del molino, ahora estando al mando, decide dar comienzo a la obra utilizando los mismos planos de Snowball. Los animales están confusos pero Squealer, un cerdo a las órdenes de Napoleón, se encarga de hacerles creer a todos los animales que la intención real de Snowball era traicionarles. Logra alterar así el recuerdo que todos guardaban de su buen antiguo líder. 

Conforme transcurre la historia, se rompen todos los mandamientos antes establecidos y escritos en la pared del establo en pintura blanca. Si por citar un caso, uno de los mandamientos principales establecía "Ningún animal beberá alcohol", al lado se le añadía en exceso. Las bases cimentadas tras la revuelta inicial contra el señor Jones se manipulan ahora al antojo de los dirigentes.  El mandamiento más reciente, por ejemplo reza "TODOS LOS ANIMALES SON IGUALES, PERO ALGUNOS ANIMALES SON MÁS IGUALES QUE OTROS". Se impone así un régimen al más puro estilo totalitario, haciendo uso del terror para controlar a los demás y mantenerlos sumisos. Los cerdos  gozan ahora de un poder absoluto y velan por sus privilegios antes que esos de los demás. Progresivamente adquieren los vicios y costumbres del ser humano (que antes "repudiaban") hasta que llega el punto en que se irguen en dos patas y beben cerveza o whiskey, según el caso. Acontece la escena final, dentro de la antigua casa de Jones y la señora Jones, en que los cerdos beben y juegan a las cartas sentados a la mesa con granjeros de fincas contiguas hasta que, desde la perspectiva de quienes los observan, sus rostros se confunden a uno y otro lado de la mesa.  "Los animales asombrados, (los que veían por la ventana), pasaron su mirada del cerdo al hombre y del hombre al cerdo; y, nuevamente, del cerdo al hombre; pero ya era imposible distinguir quién era uno y quién era otro." p 127. Así termina.

Creo que Rebelión en la Granja es un salivazo al totalitarismo visto de cara y una crítica desde la conciencia individual de Orwell a la cosa social del siglo XX, a los regímenes autoritarios encabezados por el ruso. Me parece un espejo lúcido en el que se refleja la sociedad completa. Creo que ilustra a la perfección el comportamiento del hombre en su búsqueda individualista: la traición constante a sus ideales, el posicionamiento automático de su ser por sobre quien pueda.Y casi todo, sino es que todo, se resume al final, como el libro, en que la bestia se confunde sentada a la mesa del hombre en un juego de naipes cuya disputa es  tristemente y para siempre irresoluble. 



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