miércoles, 29 de abril de 2015

Que usted se repita en ella



Fue madre antes de yo poder besarla

Me habían roto la cara y ella dijo que había peleado bien.Tal vez eso sea lo último que recuerde de M en el colegio, quizás su pelo claro bajo el sol brillante del segundo recreo.

A veces la pensé estando lejos. A veces desde una cama sin almohada, un horario español, a veces desde una camisa que nunca me vio puesta o unos zapatos que tiré por desgaste meses atrás. A veces como hoy, todavía la pienso. 


Lejos de aquel vestido azul suyo, del maquillaje que se lavó contra el lavabo al volver a su casa no hubo nada que la hiciese recordar la fiesta. De esa noche nos queda lo que fuimos durante la música; la posibilidad del beso que sentí en el estómago, el miedo a preguntar "vamos fuera" cuando la tuve realmente cerca bailando o un  "¿querés algo de tomar?" para llevarla  aparte del resto.

Me contaron que estás embarazada y que ya todos se lo esperaban, que tu novio es un tipo regular, más bien limitado. Ha pasado tanto y tal vez sos la que recuerdo. ¿Sabés que la persona que me lo contó incluso me preguntó si te conocía?, Imagináte eso. Creo que de todas formas mentí al escucharlo, dije desinteresadamente que creía que sí, que a lo mejor sabía quién eras aunque no estaba seguro, mientras todo se rompía por fuera, por dentro, todo se hacía momentáneamente mierda. Volví la vista a la calle, me acuerdo, a los autos que pasaban por ahí y todos los que andaban las aceras, quienes paseaban a sus perros o simplemente daban un paseo, todos, me parecieron gente mala. Encendí un cigarro que tembló sobre la llama y me pregunté si todavía fumabas en las fiestas, si aún te acordabas de cómo me rompí la cara en aquel  recreo, de cómo me equivoqué al no levantar los brazos  o si te acordabas de cuando te dije que me alegraba de verte  al volver de vacaciones. Y me golpea, qué querés que te diga, la imposibilidad de volver algún día y poder siquiera optar a abrazarte por atrás; la imposibilidad de tu boca, de esa lengua que nunca se va a revolver con la mía; del aliento que nunca voy a poder llevar al día siguiente, de la vergüenza al vernos lejos de la fiesta, de la imposibilidad de repetirla, de tu shampoo (que desconozco).

A tu hija, si es una niña, nombrála igual que a ti. Que otro niño, con el tiempo, sienta en el estómago, al menos alguna vez, la posibilidad de besarla.


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