lunes, 17 de agosto de 2015

Likin



Inés martínez se deja querer en la piscina.
Inés martinez toma el sol oyendo los skimmers de la piscina.
Inés martinez tiene una nariz peculiar, chica pero muy peculiar.
Inés martinez tiene 12 o dos años más que yo. Inés martinez usa un bikini que tapa justo lo que yo quiero ver.
Inés martinez me gusta y quiero besarla.
Inés martinez se queja del calor pero no conmigo, lo hace en general.
Inés martínez se lanza en un clavado a la piscina y sale a la superficie cerrando los ojos, componiéndose el pelo que riega su frente.
Inés martinez nada de espaldas, mirándose los pies que patalean parcos, haciendo un ruido contra el agua ensoñecedor/maravilloso.
Inés martinez sigue nadando cuando, en un momento, cierro los ojos e imagino que estamos solos en la casa, solos en su casa de playa.
Inés martínez sale del agua, la revuelve/bate al subir la escalerita de salida. Otra vez los skimmers como locos, el agua ondulando contra los bordes.
Inés Martínez se seca con una toalla color pistacho. Inés Martínez va hasta la cocina dejando huellas de agua cada vez más débiles.
Inés Martínez vuelve al área de piscina con una lata de 7up en la mano.
Inés Martínez me gusta  mucho desde los lentes de sol y quiero al menos tocarla.
Inés Martínez habla con Diego, habla con Quique, habla con Tibus.
Inés Martínez se sienta en una tumbona, se tapa la cara del sol con la mano para poder ver al otro lado de la piscina. La conversación termina languideciendo.
Inés Martínez vierte bronceador en una mano y se unta las dos piernas. Inés Martínez libera un olor enloquecedor a coco. Inés Martínez se pone auriculares y manipula un mp3 tratando de manchar la pantalla lo menos posible. Inés Martínez tiene un mp3 rosado que ahora también huele a coco.
Inés Martínez se cubre el rostro con una playera.
Inés Martínez tiene un abdomen color arcilla, color miel con el bronceador puesto, brillándole por encima.
Inés Martínez huele bien al sol.
Inés Martínez tiene dos piernas grandes, dos muslos amplios que se queman sobre la tumbona.
Inés Martínez se rasca un brazo, se acomoda un poco más.
Inés Martínez tiene los hombros salpicados de pecas, de lunares mínimos.
Inés Martínez tiene el pelo cada vez más claro a medida que el sol lo tuesta.
Inés Martínez tuerce la cabeza hacia un lado, se compone la playera.
Inés Martínez se da la vuelta.
Inés Martínez  tiene los brazos a ambos lados de la espalda, ahora la palma de las manos hacia arriba.
Inés Martínez  tiene caderas anchas. Inés Martínez tiene un bikini rosado con correas/nudos en ambos lados.
Inés Martínez tiene partes blancas del trasero que no alcanza a cubrir el bañador mojado.

Inés Martínez suele desnudarse todos los días en el cuarto de arriba, sola con el ventilador.
 Inés Martínez se saca el cloro de la piscina generalmente en la ducha  de exterior.
Inés Martínez cierra fuerte los ojos al aplicar el shampoo. Inés Martínez a veces coincide conmigo en la ducha de exterior. Inés Martínez no me advierte nunca viéndola desde la regadera contigua.
Inés Martínez tiene una línea vertical entre las piernas que se marca en la tela spandex con ayuda del agua cayendo por su cuerpo.

Inés Martínez tiene un cuerpo ágil, de movimientos elásticos.
Inés Martínez sube a su habitación después de la ducha.
Inés Martínez se cambia sin que nadie la vea.
Inés Martínez baja con una minifalda de tela jeans y una blusa que siempre deja una separación de piel bronceada bajo el ombligo.
Inés Martínez se sienta en el jardín con un libro de Ann Dooley.
Inés Martínez nunca me mira, tampoco cuando me dirijo a la casa y entro (aparentemente) a mi habitación. Inés Martínez no sabe que subo las escaleras que dan al segundo nivel. Inés Martínez no sabe lo que hago. Inés Martínez lo ignora.
Inés Martínez no cierra la puerta de su habitación con llave.
Inés Martínez no esconde su diario o su ropa sucia.
Inés Martínez no sabe del daño que me hace lo que escribe en su diario.
Inés Martínez no sabe que me acuesto en su cama cuando no escucho a nadie rondando por la casa.
Inés Martínez no sabe que respiro contra su ropa interior o las blusas que deja sobre la almohada.
Inés Martínez escribe en su diario sobre mi amigo Tibus, sobre su pelo rubio, sobre su cuerpo sin camiseta. Inés Martínez no escribe de mí.
Inés Martínez se ve distraída en el jardín desde la ventana.
Inés Martínez no parece escribir todo ese tipo de cosas.
Inés Martínez parece aburrirse en la casa de playa, cansada del calor, de los amigos de su hermano.
Inés Martínez no hace caso de sus padres cuando le piden acompañarlos a casa de los vecinos o a hacer la compra.
Inés Martínez se tiende con el móvil en el jardín cuando se cansa de leer.
Inés Martínez se ríe de los mensajes de texto.
Inés Martínez gusta sobre el césped, sobre la tumbona y sobre todas las cosas.
Inés Martínez tiene un rostro que me encantaría ver de cerca.
Inés Martínez no tiene a nadie de su edad en la casa con quien platicar de sus cosas.
Inés Martínez se sienta todas las noches en la pérgola a ver el agua de lejos, a escuchar el mar contra la arena.
Inés Martínez habla con sus amigas por teléfono todas las noches en la pérgola, antes de sentarse a ver el agua. 
Inés Martínez ignora que la observo. 
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Inés Martínez no da importancia a que esa sea la última vez que entro a su habitación porque no sabe que entro a su habitación y toco sus cosas.
Inés Martínez no da importancia a que esa sea nuestra última noche en la casa de playa porque se espera una noche cualquiera.
Inés Martínez no se entusiasma o a asusta porque todavía no sabe que voy a estar en la opacidad del jardín, esperando a que cuelgue el teléfono.
Inés Martínez no lo sabe pero se va a ver obligada a escribir en su diario cosas buenas o malas, pero todo acerca de mí.
Inés Martínez puede que escriba de un intento, o puede que escriba de un abrazo lento oyendo las olas.
Inés Martínez puede que describa una situación inoportuna, desafortunada o incómoda, o puede que describa la oscuridad, la noche; el acabado de la madera, de una barandilla contra las manos antes del beso.

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