¡Uuuuuuu yo anduve este maldito paÃs!, yo aguanté más tiempo, querida del
miedo.
Yo meé en los rÃos más importantes de España, cagué en construcciones abandonadas, en
campos alejados de todo; en pisos cerámicos, en terrazas adoquinadas.
Metà la mano en el Ebro, en el Nervión, en el Sella, en el Tormes cuando mordÃa del frÃo.
Grité de horror en una habitación amarilla de Logroño, acalambrándome en el suelo de una noche sin ropa.
Metà la mano en el Ebro, en el Nervión, en el Sella, en el Tormes cuando mordÃa del frÃo.
Grité de horror en una habitación amarilla de Logroño, acalambrándome en el suelo de una noche sin ropa.
Estuve en hostales de gente cansada, de gente mala
Revisé en sus mochilas, en sus objetos personales
Respiré contra ropa sucia de viajeras desconocidas
Me revolvà en almohadas con olor a pelo sucio: fundas con cabellos interminables de mujeres recién dormidas
Subà las escaleras de edificios que no llevaban a ninguna parte, a vistas mediocres, a calles minúsculas que arrastraban basura.
Me desnudé en playas de la franja andaluza. Corrà en suaves momentos de locura..
Anduve Madrid, anduve Bilbao, anduve el jardÃn trasero de mil casas, de doscientos parques cerrados por la madrugada.
Temblé sobre bancos mojados de rocÃo
Atravesé ciudades en noches sin sueño
Respiré contra ropa sucia de viajeras desconocidas
Me revolvà en almohadas con olor a pelo sucio: fundas con cabellos interminables de mujeres recién dormidas
Subà las escaleras de edificios que no llevaban a ninguna parte, a vistas mediocres, a calles minúsculas que arrastraban basura.
Me desnudé en playas de la franja andaluza. Corrà en suaves momentos de locura..
Anduve Madrid, anduve Bilbao, anduve el jardÃn trasero de mil casas, de doscientos parques cerrados por la madrugada.
Temblé sobre bancos mojados de rocÃo
Atravesé ciudades en noches sin sueño
Me ofrecà como perro a feas incontables de la calle, de bares fantasmas, de
minutos 90.
Rompà camisas, zapatos, corazones de niñas huérfanas, de niñas con frenos.
Rompà camisas, zapatos, corazones de niñas huérfanas, de niñas con frenos.
Espié a mujeres a las que nunca hubiese podido desnudar
Me partà la cara en noches confusas
Me partà la cara en noches confusas
Bebà borracho en Coruña, gritando fuerte, todo lo que pude, adonde estaban los barcos.
Desperté en habitaciones con olor a mierda, vi cien madrugadas iguales.
Me peleé con la noche tantas veces, mi vida preciosa, que lo nuestro es un beso después del grito.
Me peleé con la noche tantas veces, mi vida preciosa, que lo nuestro es un beso después del grito.
Me duché en casas ajenas, casas con dueños ausentes
Me pasé la mano por el pelo frente a noventa espejos distintos y dije Dani,
sos grande hermano, sos grande, otras noventa veces.
Oriné la cama de un hotelito en Cantabria con Sarah. Desperté con el olor del pipÃ
enfriándose en mis piernas.
Vi adentro de mil billeteras, observé retratos, pasaportes de gente pulgosa, de gente cualquiera, miles de nadies.
Bailé sin camisa, restregué la panza contra cuerpos sin nombre
Hablé con un adicto que lloraba sobre un pastel de cumpleaños en Salamanca que me dijo, tomándome de la solapa, que lo más importante es nunca tratar de encontrarse.
Esperé empleadas fuera de restaurantes, de bancos nacionales, de bibliotecas municipales
Vi adentro de mil billeteras, observé retratos, pasaportes de gente pulgosa, de gente cualquiera, miles de nadies.
Bailé sin camisa, restregué la panza contra cuerpos sin nombre
Hablé con un adicto que lloraba sobre un pastel de cumpleaños en Salamanca que me dijo, tomándome de la solapa, que lo más importante es nunca tratar de encontrarse.
Esperé empleadas fuera de restaurantes, de bancos nacionales, de bibliotecas municipales
Abordé a una rubia a la salida de un bar que no recuerdo en Valladolid y
me detuve mil veces a ver semáforos cambiar, familias que paseaban a sus perros bajo el sonido de aspersores negros que regaban los dÃas siguientes.
me detuve mil veces a ver semáforos cambiar, familias que paseaban a sus perros bajo el sonido de aspersores negros que regaban los dÃas siguientes.
Escribà de ti papeles cuadriculado, en mesas de noche.
Pensé frente a un mingitorio en Valencia que todos se mueren con las pelÃculas que vieron.
Robé ropa interior, dormà en sillones de dos plazas
Leà a pasternak, a k.dick, a kjell askildsen
Lloré con fante, con onetti, con houellebecq, con céline, con bioy casares, con don carpenter
Fumé con una canción de Silvio hasta la tos, hasta la canción cansina mientras miraba por una ventana congelada de Asturias.
Pensé frente a un mingitorio en Valencia que todos se mueren con las pelÃculas que vieron.
Robé ropa interior, dormà en sillones de dos plazas
Leà a pasternak, a k.dick, a kjell askildsen
Lloré con fante, con onetti, con houellebecq, con céline, con bioy casares, con don carpenter
Fumé con una canción de Silvio hasta la tos, hasta la canción cansina mientras miraba por una ventana congelada de Asturias.
Pensé en P, en A, en Maria André con 12 años, en nombres propios como
cascadas que se me venÃan encima.
Pensé en rubias pecosas, en morenas bajitas, en pelirrojas con brazos gordos, en chicas del tiempo perdido.
Pensé en otros años, en otros dÃas, en otras lluvias sobre otros techos
Bajé borracho a calles muertas de frÃo
Busqué caras, blusas, rostros de la noche; españolas en deportivas genéricas, en uniformes de supermercado
Pensé en rubias pecosas, en morenas bajitas, en pelirrojas con brazos gordos, en chicas del tiempo perdido.
Pensé en otros años, en otros dÃas, en otras lluvias sobre otros techos
Bajé borracho a calles muertas de frÃo
Busqué caras, blusas, rostros de la noche; españolas en deportivas genéricas, en uniformes de supermercado
Llamé borracho a números de teléfono, a nombres propios que gritaban alto sobre los ecos del baño
Toqué Santander, las dos castillas, la Rioja, un apartamento que renté con una mesa y todas las sillas rotas
Hablé con viejos acabados, prostitutas, malos empleados
Vi mujeres pelearse de madrugada
Toqué Santander, las dos castillas, la Rioja, un apartamento que renté con una mesa y todas las sillas rotas
Hablé con viejos acabados, prostitutas, malos empleados
Vi mujeres pelearse de madrugada
Francesas gritando a ambos lados de una calle tranquila en Haro,
Una china que golpeaba en la cabeza a una señora que mordÃa los hombros, las manos
Una china que golpeaba en la cabeza a una señora que mordÃa los hombros, las manos
Vi grupos de Incas bañarse en rÃos españoles a eso de las seis de la tarde, los vi
descansar en campos castellanos, valencianos, vascos. Los vi revolverse en un
césped triste, tendidos a lo largo de su propia vergüenza.
Pensé en madrileñas de flecos recortados que graffitearon te quieros en paredes de metro, en cuartos de baño, en puentes desvencijados, en espejos rotos manchados de sus labios
Pensé en madrileñas de flecos recortados que graffitearon te quieros en paredes de metro, en cuartos de baño, en puentes desvencijados, en espejos rotos manchados de sus labios
Chicas que dijeron Madrith o Madriz, en vez de Madrid.
Andaluzas con piercings en la boca. Besos después de malas conversaciones.
Cené con gente que me tuvo lástima, que quiso marcharse antes de tiempo cuando vieron mi apartamento.
Respiré de cerca el aliento de gallegas perdidas que me dijeron con los ojos llenos de vino, que querÃan ser algo en el mundo.
Me emborraché con chicas descuidadas
Vi la noche con mujeres mediocres, veinteañeras acabadas.
Leà poemas a españolas aflamencadas que no sabÃan de autores
Besé en los labios a una madre que se acercó a pedirme dinero, en Alamedilla.
Discutà borracho con alguien que ya no recuerdo en San Sebastián
Me quedé dormido en el bus que lleva hasta Guernica
Conocà a este cuarentón de la mancha que bailaba bachatas con quinceañeras en Burgos, que trataba de besarlas en la transición de la música
Un turco al que no se le entendÃa nada, que querÃa enseñar español en la Rioja.
Una ecuatoriana que bailó media canción conmigo, antes de darnos mutuamente una excusa irreparable para no vernos más.
Oriné contra 600 paredes, me apoyé en 400 coches estacionados.
Recordé durante dos noches seguidas a una española en pants de Carrefour que no pude
abordar en un parque, que se alejó caminando con el móvil en la mano.
Vivà en un número 7, en un primero A, en una 4nueve8.
Arrastré sillas a doscientas ventanas
Pensé en ti en cuartos desordenados, en baños sin lavar, sin jabón de manos, sin espejos para ver el cabello crecer.
Hablé con alguien que fumaba sobre el motor de un carro
Un viejo que me dijo: "date cuenta, todo está en mute, todo está en pausa", mientras miraba las cosas quietas que habÃa alrededor.
Me sentà solo cien martes, la mitad de las veces escuché la nevera, un
paseante borracho o un auto aparcando antes de volver a dormir.
Hablé con un tipo que me dijo que nunca se olvida. TenÃa los dientes
podridos y la foto de una gorda en la cartera.
En Sevilla comprendà con los zapatos rotos que nunca se llega a ninguna
parte, por eso tantos zapatos y
tomé cervezas con mujeres cholcas, desdentadas que lo habÃan perdido todo.
Desperté en un parque infantil de Contrueces, metido en un colegio de niños, tirado a lo largo de un resbaladero de plástico con la garganta pisoteada de frÃo.
Escribà en una servilleta "España es una puta empolvada que tose con
cada envestida" y llegué a odiar cada uno de los sitios en que no pude verte.
Apunté el número de teléfono de una señora de piernas flacas al reverso de una factura.
Llamé a gente que no existÃa.
Llamé a gente que no existÃa.
Me asomé al cristal de aquel hotel en que estuvimos en Casco Viejo.
No pude aguantar el frÃo.
Empecé a comprar cigarros más baratos, ya no bajo tanto a los parques.
Me alejé de muchas de las cosas que hicimos porque todavÃa pienso que estás.
Nunca volvà a Covadonga.
Encontré en un pantalón sin lavar una nota con tu letra que decÃa “Voy a extrañarte” y
la fecha que fuera.
Lloré agarrándome el pelo.
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